Al efectuar este desplazamiento, los dos bultos rozan contra el fondo de los mares poco profundos como el de Bering o el de Irlanda. Tal rozamiento convierte energÃa de rotación en calor, y este consumo de la energÃa de rotación terrestre hace que el movimiento de rotación de la Tierra alrededor de su eje vaya disminuyendo poco a poco. Las marcas actúan como un freno sobre la rotación de la Tierra, y como consecuencia de ello los dÃas terrestres se van alargando un segundo cada mil años.
AsÃ, pues, la Luna, con una reserva inicial de energÃa muy pequeña, socavada rápidamente por los grandes bultos provocados por la Tierra, tuvo que sufrir una disminución relativamente rápida de su perÃodo de rotación. Hace seguramente muchos millones de años debió de decelerarse hasta el punto de que el dÃa lunar se igualó con el mes lunar. De ahà en adelante, la Luna siempre mostrarÃa la misma cara hacia la Tierra.
La Luna es un caso relativamente simple. En ciertas condiciones, el rozamiento debido a las mareas puede dar lugar a condiciones de estabilidad más complicadas. Durante unos ochenta años, por ejemplo, se pensó que Mercurio (el planeta más cercano al Sol y el más afectado por la gravedad solar) ofrecÃa siempre la misma cara al Sol, por el mismo motivo que la Luna ofrece siempre la misma cara a la Tierra. Pero se ha comprobado que, en el caso de Mercurio, los efectos del rozamiento producen un perÃodo estable de rotación de 58 dÃas, que es justamente dos tercios de los 88 dÃas que constituyen el perÃodo de revolución de Mercurio alrededor del Sol. _________________ ASTRONOMIA
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