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El universo suprafísico

 
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chiara
Magnitud 15
Magnitud 15


Registrado: 17 Abr 2006
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MensajePublicado: 17 Abr 2006 11:51    Asunto: El universo suprafísico Responder citando

EL UNIVERSO SUPRAFÍSICO


“Es suma estupidez creer en una opinión a causa del número de los que la tienen”.

Giordano Bruno.



Según antiguos conocimientos se decía que la materia estaba conformada por vórtices de energía. Lord Kelvin, el físico que definió el cero absoluto y elaboró una escala de grados de temperatura, opinaba que no había nada sólido en lo material, que todo era una gran ilusión alimentada por una falsa realidad.

Dio el ejemplo de un anillo de humo que, al girar, guardaba su consistencia sin desarmarse. Así como ese anillo en vórtice daba una apariencia de solidez, gracias a la ilusión dada por el movimiento giratorio del mismo, Lord Kelvin utilizaba esa figura simbólica para poder explicar que los átomos también eran anillos en vórtice, pues se comportaban de la misma manera.

Más aún, proclamó que todas las propiedades de esas pequeñas partículas derivaban de ese movimiento giratorio en forma de vórtice, en medio del éter.

Pero como había una convicción generalizada de que la materia se componía de partículas tangibles (comparaban la forma del átomo con la de una bola de billar), la teoría de Lord Kelvin quedaba totalmente relegada al olvido.

La ciencia siguió avanzando. El átomo fue dividido y se llegó a visualizar como un sistema planetario en miniatura, donde el núcleo estaba formado por protones (carga positiva) y neutrones (sin carga aparente), y alrededor de ese núcleo giraban los electrones (de carga negativa).

Se demostró que el éter no existía como tal y que lo que imperaba era un vacío casi absoluto. Albert Einstein había escrito una fórmula: E = M x C2, donde E es la energía, M es la materia y C2 es el cuadrado de la velocidad de la luz.

Esa fórmula se llegó a demostrar algunos años después con el estallido de la bomba atómica, donde una fracción de materia se transformó en una inmensa cantidad de energía, llegando a arrasar una ciudad entera.

Si Kelvin viviera hoy no hablaría de átomos en forma de vórtice girando en medio del éter, sino que sería más sutil. Se preguntaría: Si puede existir una onda de energía... ¿por qué no un vórtice de energía? ¿Y cómo estaría conformado un vórtice de energía? ¡Por una partícula elemental!

O sea: Una partícula elemental es un vórtice de energía.

El propio Einstein una vez definió la materia como una energía congelada. El vórtice nos da un panorama mucho más claro: demuestra que la partícula elemental se mueve en espiral y el movimiento es el fundamento mismo de la materia.

El gran logro de esta teoría es el poder demostrar que la materia es una forma de energía.

¿Cómo puede ser -dirán algunos- si la energía es inmaterial?

La respuesta es simple. De la misma forma que el movimiento no puede existir si no se avanza en una dirección determinada, la energía no existe si no es con una forma definida.

No es que dicha energía forme un vórtice o una onda. El vórtice es la energía en sí.

En el mundo que conocemos a simple vista, el universo material que todos podemos observar, hay dos formas básicas de energía: la electricidad y la luz visible.

La materia es el tercer tipo de energía.

La mayoría de los vórtices tienen forma de cono, por ejemplo, los remolinos y los tornados, que giran como si fueran un gigantesco trompo.

Pero en el mundo de las partículas subatómicas, el vórtice forma una figura geométrica distinta: ni como “anillos de humo” ni como trompos. En este caso, la partícula elemental tiene la forma de un vórtice esférico. O sea: el vórtice es un movimiento en espiral de tres dimensiones y así llega a formar una bola giratoria de energía.

Para configurar ese vórtice en nuestra imaginación, podemos representarlo mentalmente como un pequeñísimo ovillo de lana, con una rotación continua.

El movimiento giratorio es lo que crea la estabilidad de la partícula, al igual que el anillo de humo (que no se desarma) y el trompo (que no se cae mientras gira).

No son ejemplos exactos, pero sirven para dar una idea aproximada de lo que estamos hablando.

Ahora volvamos a lo que se dijo precedentemente, donde se demostró que mediante una fisión nuclear podía liberarse una gran cantidad de energía.

¿Cómo ilustramos el tema con el ejemplo del ovillo de lana?

Es fácil. Si desenrollamos dicho ovillo en una habitación cualquiera, tendría una longitud tal que no cabría en ella, mientras que enrollado lo contendríamos dentro de una mano.

Si pudiéramos desenrollar así un vórtice de energía, la cantidad liberada sería impresionantemente grande.

Así como el ovillo de lana es una figura muy compactada de ese material, una partícula elemental en vórtice es una forma muy concentrada de energía.

Esta teoría también puede explicar la carga eléctrica de la materia.

Por ejemplo, dijimos que el vórtice es un movimiento en espiral de tres dimensiones, pero ese movimiento giratorio tiene dos sentidos posibles: desde el centro de la espiral hacia fuera o desde el borde hacia el punto central.

El vórtice centrípeto corresponde a una carga positiva y el vórtice centrífugo a una carga negativa.

La teoría también aclara el concepto de la masa. La masa es una medida de la cantidad de energía que contiene una espiral.

La materia se ve así como una ilusión de lo real.

Siempre acostumbramos a decir: “Tan sólido como una montaña”, pero... ¿hasta qué punto la montaña es una entidad sólida?

Si la materia es un conjunto de partículas elementales y éstas, a su vez, son vórtices de energía, nada de lo aprendido hasta el presente tiene vigencia. Una partícula elemental de materia es una bola giratoria de energía, un vórtice esférico en movimiento. Pero hay distintas vibraciones en ese vórtice y cada vibración representa una partícula distinta (un quark, un leptón, etc.) [1] Si el movimiento ocurre a la velocidad de la luz, el vórtice deja de ser una partícula elemental para transformarse en un fotón.

Según Einstein, ningún cuerpo puede moverse a mayor velocidad que la de la luz. Pero... ¿esa regla es también aplicable a la energía en sí?

Si el movimiento del vórtice llegara a vencer esa barrera y superara la velocidad de la luz, daría origen a un tipo de energía por completo distinto, a la que llamaríamos la súper energía o supraenergía.

Obviamente, la energía y la supraenergía serían distintas. La materia que formaría la energía se diferenciaría en sustancia de la que formaría el vórtice supraenergético.

La materia conocida se detecta en el universo físico. La materia formada por la supraenergía estaría contenida en un universo suprafísico. Habría suprapartículas y suprafotones, y juntos darían cabida a una realidad suprafísica.

Nuestra materia no podría afectar a ningún elemento de ese mundo, pues su sustancia sería completamente distinta. Su vibración sería tan alta que ese suprauniverso no podría captarse por nuestra realidad. Los elementos de ese mundo serían absolutamente invisibles e intangibles para nosotros.

¿Cómo comprobar la existencia de tales formas suprafísicas, si nuestros sentidos no las pueden captar?

Si la supraenergía no se encuentra en nuestro espacio-tiempo, las formas suprafísicas están en un nivel superior de vibración.

Así se explicarían muchos de los fenómenos paranormales que tanto nos intrigan.

Por ejemplo, la transustanciación.

Todos hemos escuchado hablar de historias donde había objetos que desaparecían y aparecían en forma misteriosa. La ciencia tradicional nunca tuvo explicación para tales hechos.

Antes habíamos dicho que cada partícula elemental era un vórtice de energía donde el movimiento en espiral es inferior a la velocidad de la luz. Imaginemos que ese movimiento en vórtice se acelera más y más.

Al sobrepasar el límite de la velocidad de la luz, la energía se transformaría en forma instantánea en supraenergía. La partícula elemental dejaría de interactuar con la luz visible y la materia, y no se podría detectar por medios normales. No se movería a ningún otro sitio, pero dejaría de ser perceptible para nosotros.

Si en forma hipotética se pudiera revertir el proceso, el vórtice deceleraría y la supraenergía se revertiría a energía y podríamos detectar la partícula, que reaparecería de inmediato.

Dicho proceso de ida y vuelta se denomina transustanciación. Es el puente entre lo normal y lo paranormal.

Si tuviéramos el poder para cruzar ese puente podríamos desmaterializar o materializar todo objeto que quisiéramos estudiar.

Según la religión judeocristiana, los cielos podrían ser la denominación bíblica para los planos de supraenergía, existentes más allá de la velocidad de la luz.

Falta aclarar qué papel tiene el espacio casi vacío de materia en esta teoría.

El centro del vórtice energético sería la materia y la energía de los bordes del vórtice, que no logramos percibir en forma directa, sería el espacio.

El espacio se origina en las regiones más tenues del vórtice y la materia está compuesta por las partes más densas del mismo.
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Yul Goncalves
Magnitud 14
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Registrado: 19 Feb 2006
Mensajes: 11

MensajePublicado: 25 Abr 2006 17:02    Asunto: Responder citando

Hola Chiara. Es interesante tu escrito.

Me preguntaba, que tal vez hay algo interesante en todo esto que haz plasmado, me imagino la fuerza devastadora de un tornado y cómo éste cada vez se va enrollando y adquiriendo mayor fuerza, aumentando de tamaño, pero que luego se debilita y desaparece, aunque los hay como la gran mancha roja de Júpiter, que persisten por quien sabe cuántos años. Si de repente se pudiera cortar al tornado, para que éste se desenrollara, la partes saldrían expulsadas hacia fuera como un bomba nuclear, me pregunto si alguien a calculado está energía. En todo caso, lo que planteas es algo semejante a la teoría de cuerdas, mientras éstas vibran para formar partículas, tú te imaginas la realidad de las partículas por la existencia de vórtices de energía.

¿Crees que se pueda materializar la energía del espacio, aparentemente vacío, sin recurrir a choques de fotones ya existentes?.
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chiara
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Registrado: 17 Abr 2006
Mensajes: 3

MensajePublicado: 01 May 2006 14:51    Asunto: Responder citando

Creo que con los adelantos científicos muchas cosas que hoy son casi imposibles podrán lograrse... ¿Quién iba a decir siglos atrás que volarían aparatos de decenas de toneladas de peso?
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chiara
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Registrado: 17 Abr 2006
Mensajes: 3

MensajePublicado: 01 May 2006 15:04    Asunto: Responder citando

El Vórtice Energético
o vórtice de Kelvin
1ª parte

Albert Einstein fue uno de los científicos más relevantes del siglo XX al demostrar que la materia era equivalente a la energía, pero esa equivalencia entre la materia y la energía es de todas formas un misterio. Es el gran enigma del siglo que dejamos atrás. La física moderna no ceja en su afán de entender con precisión que es la materia y la razón por la que parece ser intercambiable por energía. ¿Cómo puede ser la materia, en apariencia tan estática, una forma de energía, que es intrínsicamente dinámica?
Tan solo unos pocos años después del descubrimiento de Einstein, se inició la defensiva en contra del propio átomo. Los físicos desecharon la idea tradicional de que el átomo era una partícula indivisible, y la más pequeña, dentro de la materia. La concepción del átomo como una bola de billar se hizo añicos, y resultó que el pequeño elemento se componía a su vez de partículas subatómicas, aún más pequeñas. Hoy en día se sabe que el átomo, en lugar de una masa sólida e indestructible, es en buena forma un espacio vacío. En rigor consta de pequeños electrones (detectados por Sir J.J. Thomson), orbitando alrededor de un núcleo central hecho de otras partículas. Resulta tentador imaginar que estas partículas elementales son, en sí mismas, elementos sólidos parecidos a pequeñas bolas de billar. Pero la física moderna ha demostrado, con relativa claridad, que son destruibles y que pueden transformarse por completo en energía.
La noción tradicional de que la materia se compone de partículas indestructibles es evidentemente falsa. Pero la pregunta es, ¿qué son las partículas elementales? ¿Y como pueden ser una forma de energía? En lo que fue el siglo XX, los físicos han intentado resolver esos interrogantes.
El vórtice de Kelvin nos brinda la respuesta. El vórtice es la clave para entender la estructura precisa de las partículas, y de cómo se halla contenida la energía dentro de ellas. Para Lord Kelvin y sus contemporáneos, el átomo era la partícula elemental: la partícula más pequeña de materia. Era evidente pues, que habría que aplicar su modelo del vórtice del átomo.
Con todo, hoy en día se presume que las partículas subatómicas son la porción más pequeña de energía. Si Kelvin viviera hoy, buscaría explicar las partículas y no los átomos.
En 1884 Kelvin dicto en los EEUU una serie de conferencias acerca de la teoría de las ondas luminosas. Por aquella época se creía que la luz consistía en ondas diseminadas por el éter: sustancia invisible que hipotéticamente llenaba todo el espacio. Kelvin creía en el éter. Es lógico, pues que considerara a los átomos como una serie de vórtices en mitad del éter.
Mas tarde, sin embargo, los físicos llegaron a concebir la luz de modo bien distinto, y el océano subyacente del éter quedo por completo descartado. Llegaron a aceptar que las ondas de energía podían existir sin un material adyacente en el cual desplazarse. Las olas podían existir sin el océano... al igual que la sonrisa del gato de Cheshire quedaba flotando en el aire, incluso después que el felino se hubiera esfumado.
Hoy en día, una teoría del vórtice no requiere del éter, desde luego, cualquier mención al éter seria equivalente al suicidio desde el punto de vista científico. Toda concepción de las partículas como vórtices en mitad del éter seria considerada absurda. Pero, si puede haber una onda de energía a secas, ¿por qué no un vórtice?
Kelvin andaba muy cerca. Después de todo, fue uno de los padres fundadores de la termodinámica, la ciencia de la energía. ¡Si tan solo hubiera hablado de energía y no de éter! Su teoría tendría, en este caso, absoluto sentido en nuestros días. Y su fundamento seria mas o menos:
La partícula elemental es un vórtice de energía.
Es una idea muy simple, pero de un poder incalculable. Si la partícula elemental fuera un vórtice de energía, nuestra comprensión del mundo cambiaría por completo.
De partida, el vórtice resuelve el enigma fundamental de la física moderna. Nos muestra por primera vez, como es que la energía está “encerrada” en la materia. Einstein describió la materia como energía congelada. El vórtice nos brinda una imagen mucho más clara: el movimiento es el fundamento mismo de la materia... y no hay nada en ella “congelado”.
Ahora podemos verdaderamente apreciar lo que Einstein quería significar cuando hablaba de que la masa es equivalente a la energía.
Resulta irónico que, cuando Einstein predecía la equivalencia de la masa y la energía, la idea del vórtice dejó de estar en boga. El gran logro del vórtice consiste en la representación de la materia como energía. Volvió inteligible la concepción de Einstein, al describir la forma que la energía adopta dentro de la materia.
La energía es inmaterial. No hay un océano de energía parecido al de éter. No es alguna sustancia o un fluido que flota alrededor de nosotros. La energía es dinámica, es acción, es cambio. Podemos representarla como puro movimiento.
Del mismo modo que el movimiento no pude existir sin una dirección determinada, la energía no existe sin una forma definida, No es que la energía forme un vórtice o una onda, el vórtice es la energía. Las dos formas básicas de energía en nuestro mundo son la materia y la luz. Se supone, con frecuencia, que la luz es energía en forma de onda, Aquí sugerimos que la materia es un vórtice. Igual que las ondas luminosas pueden existir sin un éter en el cual oscilar, la materia no es un vórtice dentro de algo: es pura energía sin soporte material.
En la naturaleza, la mayoría de los vórtices son de forma cónica. Los tornados y remolinos son conos giratorios. Tales fenómenos naturales ejemplifican bien la naturaleza dinámica de la partícula en vórtice, pero fracasan por completo a la hora de mostrarnos su forma. Es mejor concebir las partículas elementales como esferas en lugar de conos.
Tampoco los anillos de humo de Kelvin nos brindan una imagen precisa del vórtice de energía. Los anillos de humo tienen lados. Para formar una partícula elemental, el vórtice de energía ha de ser esférico y simétrico.
Para configurar una partícula elemental, requerimos de un vórtice esférico, uno que sea por completo simétrico. La partícula en vórtice no puede ser como un cono ni un anillo, ha de ser como una bola: una bola de energía. Pero, ¿cómo pudo surgir una bola de energía? ¿cómo pudo formarse un vórtice esférico a partir del movimiento? Representemos el movimiento como una línea. Si una línea en particular se enrosca sobre si misma en espiral puede formar un vértice esférico: una bola de energía en torbellino.
Podemos representar el vórtice de energía como la pelota de lana. En ella, la lana orbita en una espiral tridimensional alrededor de un único punto. En el vórtice esférico, habría un movimiento giratorio en espiral alrededor de un punto central. Una pelota de lana es normalmente estática. Tan solo al momento de formar la pelota, o de desenrollar la lana, se forma una representación precisa del vórtice de energía.
A partir de ello, apreciamos que bien puede haber dos tipos absolutamente opuestos de vórtices entre los que forman las partículas subatómicas. Uno seria giratorio hacia el centro, el otro hacia fuera. Con un movimiento continuo del vórtice, como un remolino de agua, la partícula quedaría del mismo tamaño.
El vórtice de energía es una imagen simple, aunque poderosa. Nos muestra como es que algo tan dinámico como la energía subyace a algo tan estático como la materia. El movimiento giratorio crea estabilidad. Igual que los vividos anillos de humo de Kelvin parecían objetos flexibles, los vórtice de energía pueden aparecer como partículas estables y sólidas.
Este modelo en particular nos sirve para entender como es que la materia puede convertirse en energía. ¿Que ocurría si desenrollamos la madeja de lana? Que el hilo desenrollado no cabría en la habitación, debido a su longitud. De la misma manera, si pudiéramos desenrollar un vórtice de energía, la cantidad de energía liberada seria enorme. Igual que una madeja de lana es una forma muy compacta de ese material, una partícula de vórtice es una forma muy concentrada de energía.
El vórtice nos permite explicar de manera muy simple muchas de las propiedades que se atribuyen a la materia.
Una faceta desconcertante de la materia consiste en las fuerzas misteriosas que parecen aflorar de ella, con las que todos estamos familiarizados. Considérese por ejemplo, el magnetismo. Todos sabemos que las limaduras de metal se adhieren a un imán. La carga eléctrica es otra fuerza esencial de la naturaleza. Varios trocitos de papel suelen adherirse a un objeto plástico cargado de electricidad, como una peineta.
Son fuerza muy reales, y potentes, pero la ciencia no ha conseguido jamás explicarlas cabalmente. Si las partículas de materia son fragmentos inertes de un material determinado ¿cómo es que se influyen recíprocamente?
El vórtice nos brinda una explicación refinada de tales fuerzas. Los vórtices de energía son intrínsicamente dinámicos. En caso de superponerse entre sí, es evidente que habrán de interactuar. De este modo, el vórtice se sitúa en la base de la materia y nos muestra el por qué de las propiedades que se le atribuyen.
El vórtice no cuestiona los hallazgos de la física clásica y la moderna. Mas bien establece nuevos fundamentos para ellos. Nos ayuda a entender la naturaleza íntima de la materia y las fuerzas misteriosas que suelen ir asociadas a ella. La ciencia ha explorado en el ámbito de la física y la química, las leyes que rigen la interacción de los átomos y las moléculas. La idea de que la partícula elemental es un vórtice de energía no modifica estos hechos de carácter macroscópico. En lugar de ello, el nuevo modelo del vórtice podría servirnos para reforzar y unificar las leyes de la naturaleza descubiertas hasta aquí, al apuntar a la realidad subyacente de las que afloran.
La gran mayoría de la gente se desalienta ante la física, porque resulta difícil entenderla. Sin embargo, con esta renovada comprensión que aporta el vórtice, la complejidad del tema desaparece. El vórtice convierte a la física en una disciplina clara y accesible, proveyéndonos de una comprensión del universo físico al alcance de cualquiera.
A pesar de su simplicidad consubstancial, el vórtice puede comenzar a resolver los enigmas de la física. Al concebir las partículas subatómicas como vórtice de energía, puede contribuir a resolver las paradojas que se asocian con ellas. Hace que sus propiedades y su comportamiento resulten bastante más fáciles de entender. Y estamos ahora en posición de explicar ciertos rasgos del universo sensible que la ciencia ha considerado desde siempre impenetrables.
El tema de la carga eléctrica, por ejemplo, fue considerado previamente una propiedad irreductible de la materia. De igual modo, se ha dado por sentada, y se considera inexplicable, la existencia de tan solo dos tipos de carga eléctrica. El vórtice permite explicar, a la vez, estos dos aspectos de la materia. Como hemos visto, el vórtice esférico puede formarse de dos maneras absolutamente opuestas: en una, el movimiento giratorio es hacia dentro; la otra, hacia fuera. Estas dos formas se corresponden con la carga eléctrica positiva o negativa.
Además, el vórtice nos aclara la razón por la que hay solo dos tipos de carga eléctrica en el universo, y no una, o cuatro.
Hay muchos enigmas de la física que el vórtice puede resolver. Es posible, incluso, explicar ciertos conceptos tan básicos como el de la masa: la masa es una medida de la cantidad de energía contenida en un espiral. Como veremos mas adelante, el vórtice da cuenta, a su vez, de la naturaleza del espacio y el tiempo.
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